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Salud
CONOCER EL CEREBRO
El modo cómo aprende el cerebro
Fuente: Extracto de la obra "Conocer el cerebro para la excelencia en la educación"
a configuración cerebral no está totalmente determinada por los genes, no todos los sistemas cerebrales cuentan con períodos críticos similares y, además, el aprendizaje del cerebro se produce en función de las demandas del entorno.
Casi todas las neuronas del cerebro se generan antes de nacer (durante los tres primeros meses de gestación). Su generación se denomina neurogénesis y sólo sobreviven la mitad de las que nacen, y son aquellas que establecen conexiones con otras neuronas e identifican los estímulos importantes.
El ser humano nace con casi todas las neuronas que llegará a tener, salvo las que se refi eren al cerebelo y al hipocampo (su número aumenta después del nacimiento).
La reorganización de las neuronas y la formación de las conexiones es muy intensa durante el primer año; posteriormente se produce una «poda», eliminándose las conexiones que no se utilizan.
Durante el desarrollo del ser humano tiene lugar la reorganización de las neuronas y sus conexiones. El número de conexiones aumenta espectacular y rápidamente durante el primer año de vida y, posteriormente, sufre una poda quedando aquellas que son funcionales, estabilizándose alrededor de los diez años (excepto en la corteza prefrontal, que prosigue hasta más allá de los 18 años; según parece, puede continuar hasta bien entrados los veinte).
Los tres primeros años de vida son muy importantes para la configuración del cerebro. Los tres primeros años de vida de una persona son muy importantes para este desarrollo, por lo que exponer a los niños a entornos enriquecidos y estimulantes en este tiempo, permite aprovechar todos los períodos críticos del aprendizaje cerebral.
No obstante, no es aconsejable hiperestimular de forma continuada el cerebro a una edad muy temprana porque no es capaz de asumir este proceso, ya que nuestro cerebro necesita descanso en un ambiente tranquilo, relajado y emocionalmente estable.
Es muy conveniente que, en determinados momentos, se produzcan experiencias de aprendizaje, aunque es posible recuperar funciones fuera de estos períodos si la privación no ha sido larga en el tiempo y si se posibilitan momentos de entrenamiento y estimulación (especialmente favorable es la que se produce en contacto con otros grupos humanos).
Blakemore opina que «aunque es posible desarrollar capacidades sensoriales incluso después del período sensible, las destrezas que se adquieren pasado el mismo son ligeramente distintas y, tal vez, se basan en estrategias y vías cerebrales diferentes de las que se habrían adquirido durante el período sensible».
Los entornos deprimidos no sólo afectan al cerebro del bebé, sino también al cerebro adulto, pero una adecuada rehabilitación puede producir una recuperación de las capacidades.
Por otro lado, se puede constatar que somos capaces de aprender y recordar una gran variedad de cosas y que éstas no se almacenan ni se procesan en las mismas áreas cerebrales (diversos tipos de aprendizaje utilizan diferentes zonas cerebrales). Además ninguna estructura cerebral puede explicar todas las formas de aprendizaje y el modo como una información queda almacenada puede cambiar con el paso del tiempo. Es un hecho que, a medida que tenemos más conocimientos sobre un aspecto determinado, aprender resulta más fácil y se lleva a cabo de forma más efectiva, por este motivo cuanto más sabemos de algo, más fácil resulta aprender cosas nuevas.
Con el fi n de acercarse de una manera más didáctica a cómo se produce la adquisición de aprendizajes es útil poder diferenciar entre el aprendizaje explícito y el implícito. El aprendizaje implícito es el de los hábitos y habilidades y se desarrolla de manera inconsciente.
El aprendizaje implícito es el de los hábitos y habilidades y el influido por los aspectos emocionales. Durante los procesos de aprendizaje la información está presente y se puede manipular y mantener gracias a la memoria de trabajo.
La consolidación de los aprendizajes se lleva a cabo gracias a la memoria, cuya formación incluye dos etapas: la memoria a corto plazo (inmediata y limitada) y la memoria a largo plazo (permite almacenar gran cantidad de información, durante tiempo ilimitado y es más estable y duradera).
El proceso de formación de la memoria a largo plazo es progresivo: en primer lugar, el aprendizaje que se produce a partir de la entrada de información a través de los sentidos, posteriormente, las sucesivas evocaciones y repeticiones permiten que la memoria se vaya estabilizando y consolidando y, por último, la recuperación de lo almacenado.
En el paso de los aprendizajes de la memoria de corto a largo plazo (su consolidación en la neocorteza) tiene un papel importante el lóbulo temporal (en todo el aprendizaje de tipo explícito), el hipocampo (para procesar y recordar la información espacial y contextual) y las zonas de la corteza que lo rodean.
El aprendizaje emocional es un tipo de aprendizaje implícito y su localización está en la amígdala. Se encuentra implicada en el aprendizaje del miedo, la cognición social y en el reconocimiento de las expresiones faciales emocionales. Una lesión en la amígdala, por ejemplo, impide emitir juicios sociales a partir de expresiones faciales.
Dentro del aprendizaje implícito también podemos hablar del aprendizaje procedimental, es decir, del aprendizaje de hábitos y habilidades que implican a los sistemas sensoriales y motores. El cerebelo y los ganglios basales regulan esta información.